Vida de pueblos

Vida de pueblos

En la televisión se ha repuesto la Casita en la Pradera, serie basada en la vida de la familia Ingalls en un apartado pueblo norteamericano del siglo XIX.
Lo que narra la pantalla es muy parecido a lo acontecido en nuestros pueblos del centro-sur de Chile a partir de esa misma época. Allí la escuela y la iglesia son los centros urbanos más importantes en la vida de la comunidad, construidas ambas siempre frente a la plaza. En el mismo lugar, para verse los días domingos después de misa, para esperar el año nuevo y para celebrar las fiestas de la primavera y los carnavales de cada año, en que la niña más hermosa será la reina, y así tendrá algo para recordar y para contar a sus nietos.
El pasado del pueblo se funde con el presente en una memoria colectiva que se remoza permanentemente. Un pueblo si cumple bien la función de servir a su región, y ve satisfechas sus necesidades, puede conservarse en tal condición toda la vida, sin aspirar a ser grande como una ciudad.
En los tiempos antiguos los hoteles eran centros de vida social. En ellos tomaban cuerpo casi todas las iniciativas de engrandecimiento del pueblo, del agua potable, de la luz eléctrica, del alcantarillado; allí nacieron las instituciones de bien común. Hoy el hotel del pueblo suele ser el lugar indicado para encontrar la debida atención gastronómica. En uno de ellos se mantiene el orgullo de haber alojado a Pablo Neruda.
De las costumbres y tradiciones del país son depositarios los pueblos, y cada uno produce sus propios valores culturales. Los calores veraniegos y los fríos cristalinos de los inviernos templaron los espíritus de futuros humanistas y científicos, aunque ellos hayan tenido que emigrar a centros mayores para poder desarrollar sus ingenios. Así, en el historial de los grandes hombres chilenos, vemos que muchos son naturales de pueblos de regiones, y lo más probable es que toda su existencia haya transcurrido con notas de nostalgia, y regresando siempre a sus lares.
El paisaje pueblerino renace en la primavera en los jardines cultivados o espontáneos. Al mismo tiempo en los huertos de los hogares, crecen las hortalizas y florecen los membrillos, manzanos, ciruelos, perales y cerezos asomando sus ramajes por los cercados.
El tren en la estación fue y puede ser causal de vida y generador de progreso. Vida de pueblo, de amistades sin fin, también de amores eternos.
Iván Contreras R

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