Vendedores viajeros
En el siglo pasado algunos hoteles ostentaban en sus fachadas un gran escudo de la Asociación de Viajantes de Chile, lo que indicaba que sus asociados encontrarían allí buena atención y precios módicos.
Los viajantes se distinguían por dos aspectos inherentes a su profesión: el ir y venir por nuestra geografía en tren, y el acompañarse de una gran maleta con las muestras de los productos que representaban y que ofrecerían en tiendas varias y emporios.
En cada pueblo un asistente les llevaría la maleta, que por entonces no tenía ruedas como las de hoy. A lo mejor fue a un vendedor viajero a quien se le ocurrió instalarle un par de ruedas a su equipaje.
Ellos ofrecían en venta todos los rubros imaginables por medio de muestrarios y catálogos de las mercaderías, maquinaria, herramientas, enlozados, géneros, confecciones, zapatería, vinos y licores.
El mundo de los vendedores viajeros me lo trajo a la memoria la presencia de uno de ellos en la tradicional librería Studio. Era un hombre compenetrado en su oficio de vender libros, giro que denotaba una maleta bien pesada, pero manejable gracias a las ruedas. Ya de despedida, nos contó que ahora su destino era Puerto Montt.
En su tiempo conocí muchos vendedores viajeros y entre ellos a García, alto, macizo, de amplia cabellera ensortijada y de gran simpatía. Don Manuel sabía lo que le esperaba cuando llegaba García a su hotel del pueblo: al correrse la voz, los vecinos y algunos refuerzos copaban las mesas para escuchar del visitante las últimas noticias, el chiste reciente, la anécdota pintoresca; de esa manera lo más granado del pueblo quedaba al día de las novedades del país.
Vendedores viajeros quedan pocos. Aún recorren los caminos de Chile, haciendo perdurar las casas comerciales al distribuirles los insumos de las fábricas y productoras nacionales. Como la vida chilena ha cambiado, no sé si los viajeros llegarán a esos lejanos pueblos desparramados en el territorio, llevando no sólo su mercadería sino también, como en el recordado García, el sentido de humor y la simpatía.
Peregrino romántico caminando con su maleta por los senderos del país, cumpliendo un servicio absolutamente necesario, siempre ausente de las grandes noticias de su familia.
Iván Contreras R.
Licenciado en Arte
En el siglo pasado algunos hoteles ostentaban en sus fachadas un gran escudo de la Asociación de Viajantes de Chile, lo que indicaba que sus asociados encontrarían allí buena atención y precios módicos.
Los viajantes se distinguían por dos aspectos inherentes a su profesión: el ir y venir por nuestra geografía en tren, y el acompañarse de una gran maleta con las muestras de los productos que representaban y que ofrecerían en tiendas varias y emporios.
En cada pueblo un asistente les llevaría la maleta, que por entonces no tenía ruedas como las de hoy. A lo mejor fue a un vendedor viajero a quien se le ocurrió instalarle un par de ruedas a su equipaje.
Ellos ofrecían en venta todos los rubros imaginables por medio de muestrarios y catálogos de las mercaderías, maquinaria, herramientas, enlozados, géneros, confecciones, zapatería, vinos y licores.
El mundo de los vendedores viajeros me lo trajo a la memoria la presencia de uno de ellos en la tradicional librería Studio. Era un hombre compenetrado en su oficio de vender libros, giro que denotaba una maleta bien pesada, pero manejable gracias a las ruedas. Ya de despedida, nos contó que ahora su destino era Puerto Montt.
En su tiempo conocí muchos vendedores viajeros y entre ellos a García, alto, macizo, de amplia cabellera ensortijada y de gran simpatía. Don Manuel sabía lo que le esperaba cuando llegaba García a su hotel del pueblo: al correrse la voz, los vecinos y algunos refuerzos copaban las mesas para escuchar del visitante las últimas noticias, el chiste reciente, la anécdota pintoresca; de esa manera lo más granado del pueblo quedaba al día de las novedades del país.
Vendedores viajeros quedan pocos. Aún recorren los caminos de Chile, haciendo perdurar las casas comerciales al distribuirles los insumos de las fábricas y productoras nacionales. Como la vida chilena ha cambiado, no sé si los viajeros llegarán a esos lejanos pueblos desparramados en el territorio, llevando no sólo su mercadería sino también, como en el recordado García, el sentido de humor y la simpatía.
Peregrino romántico caminando con su maleta por los senderos del país, cumpliendo un servicio absolutamente necesario, siempre ausente de las grandes noticias de su familia.
Iván Contreras R.
Licenciado en Arte
Este es uno mas de los homenajes y reconocimiento que se nos da a los vendedores viajeros o Agentes de Ventas.
ResponderEliminarSoy uno de los que nos sentimos orgullosos de nuestra profesion y agardecido por quienes nos entienden ,comprenden y acompañan para lograr nuestros objetivos de ofrecer siempre lo mejor