El sauce llorón

El sauce llorón

No era que se llamaran llorones / era que eran así: lloraban. ( Fidel Sepúlveda)
Ramas y hojas de los sauces llorones colgaban sobre las aguas del río Purén, que en esa parte se llamaba así porque el caudal iba tomando los nombres de los lugares por los que pasaba. En Lumaco, donde se llamaba río Lumaco, era cruzado por un puente, que a mí - por entonces un niño pequeño - al verlo de lejos me parecía como hecho de mimbre, material primo del sauce llorón; imaginemos su tejido como el del coche cuna sobre altas ruedas en la casa paterna.
También conocí a un pariente del sauce llorón que había crecido junto al pozo del bajo: el sauce amargo. Como desafío, mordíamos un tallito de él para ver quién aguantaba más su amargor. Del mismo tomábamos tizanas para mejorar nuestros resfríos o para bajar la fiebre de la gripe, mientras los mayores buscaban en ellas alivio para el reuma. Más tarde supe que de este sauce, de antiguo uso medicinal, se había sintetizado la aspirina, principio sanador encontrado más en la corteza que en sus ramas negras y en sus hojas lanceoladas de color verdeamarillentas.
El sauce llorón, según el diccionario Durvan se llama también de Babilonia “ con ramas y ramillas muy largas, flexibles y péndulas”, que es de la familia de las salicáceas y que se le cultiva como planta de adorno. Además lo vemos como árbol para dar sombra, en espacios abiertos alineados en calles y avenidas. En aquel río de la niñez nos columpiábamos en sus ramas péndulas chapoteando en el agua y con ellas nos hacíamos hermosas coronas que ceñíamos a nuestras sienes cual si fueran laureles y que en el calor mallequino resultaban ser deliciosamente frescas.
Por su amplia distribución geográfica en todo el mundo, siempre a orillas de ríos y estanques, decorando el paisaje en que viven los hombres, el sauce llorón ha encontrado representación en las artes, aún más cuando se le ha relacionado con la melancolía y la nostalgia de sucesos lejanos que no volverán. Asimismo, se le asocia con el agua, la luna y con el don de la fertilidad. En algunos países asiáticos, de donde se estima que proviene, representa la inmortalidad.
En la pintura chilena este árbol se ha convertido en aristocrática figura de un tiempo pasado, de la mano de Benito Ramos Catalán, en una especie de paisaje típico de casas de adobes y tejas, cordillera y unos sauces llorones peinados sobre los troncos y ganchos. Después fueron reemplazados por álamos más esbeltos y de gran belleza plástica, que se tiñen de amarillos y anaranjados en los otoños. En el arte francés encontramos “Prado con sauce llorón” pintado por Vincent van Gogh y un “Sauce llorón” y su sombra, de Claude Monet. También descubrimos ramas de sauce llorón desde arriba abajo en un cuadro de nenúfares del mismo pintor.
Federico García Lorca escribió en parte de una poesía: La lluvia como un sauce de cristal,/Sobre las casas de Granada. Muchos otros artistas han considerado con unción a esta especie vegetal en sus colores y voces literarias.
Tiene entonces el sauce llorón una imagen familiar en el paisaje chileno, plantado o de proliferación espontánea, de crecimiento rápido y de vida corta, que lo adorna y le entrega variedad en sus renuevos.
Iván Contreras R.

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