Que se abran las puertas


Que se abran las puertas

            “Que se abran las puertas; que se abran las puertas al rey de los borbones...
            las puertas no se abren; las puertas no se abren al rey de los borbones...”
 era una antiquísima canción que se viene a la memoria como un haz luminoso proveniente de una herencia de la madre patria recibida por los niños de la escuela rural instalada en la loma de Malleco. En el patio de tierra roja, a patita pelada, así estábamos danzando unos pocos hacia allá y otros hacia acá cuando desde la puerta del aula doña Aristila, la profesora, hacía sonar su campanilla de mano para que, atropellándonos, atravesáramos el umbral que nos llevaba a ocupar nuestros asientos.
            Aquella puerta era de fuerte madera nativa y podía ser engoznada o con bisagras atornilladas al marco que permiten la articulación del tablero y el muro, para entrar o salir. El recuadro formado de dos postes y un dintel, además de fijar la puerta da el estilo de toda la arquitectura como un método constructivo, y cuando cambia el dintel por un arco se origina el sistema de construcción en arco. Puede que ese arco corresponda a la forma romana o sea alveolado, propio del gótico. Los árabes tienen su propio arco y consecuente estilo.
            Cuando tiembla y las casas se derrumban, suelen quedar en pie las puertas y sus estructuras, por eso se aconseja guarecerse bajo los dinteles. También sucede a la larga con las ruinas del tiempo en Grecia o en la Puerta del Sol en Tiahuanaco, por siglos levantada en el espacio abierto del altiplano. Lo mismo nos recuerdan los arcos de triunfo erguidos libremente en honor a los vencedores que regresan.
            Establecido que la puerta es pieza fundamental de la arquitectura, llega a serlo más cuando es portada, entrada monumental de un edificio civil o de un templo que a veces con ser tan ancha obliga a dividir el vano en dos partes por un pilar. Eran también puertas inmensas aquellas que abrían las murallas que fortificaban las ciudades medioevales o las que cerraban los castillos de esa época y que debían soportar el empuje de los enemigos. Los artistas quisieron decorar con relieves esos planos generosos y Ghiberti, 1378-1455, esculpió Las puertas del Paraíso en el Babtisterio de Florencia y siglos después Rodin, 1840-1917, trabajó en Francia Las Puertas del Infierno.
            Se habla de dobles puertas o mamparas de la combinación de puerta sólida a la que da a la calle y que resguarda otra interior más discreta. Puede decirse de las puertas de vidrio cuya engañosa transparencia debe acusarse con una franja opaca. En geografía se habla de puertas al referirse a desfiladeros o gargantas montañosas que se abren a otros paisajes.
            En tiempos pasados unas manitos de damas fundidas en bronce o en hierro, servían como llamador para golpear y anunciar una visita. Otras aldabas estaban formadas por cabezas de leones o bien de argollas que daban sobre un borne de metal.
            La puerta cumple una función cuando salgo de casa, cierra el recinto privado de mi hogar cuando introduzco la llave y la giro, confío en ella, y en la noche, cuando reviso y pongo los cerrojos, de nuevo confío en ella porque dará seguridad a mi descanso, velará mi sueño. Es decir, mantiene mi integridad guardando los contenidos de la conciencia.
                                                                                                            Iván Contreras R. 2010

1 comentario:

  1. Mi abuela que nació en 1917 y vivió en el campo con inquilinos,nos cantaba esa canción,pero decía que se habran las puertas al rey de los ladrones.....tal vez una deformación política si pensamos que Chile se independizó de los borbones....Gracias.

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