Los himnos tienen una vida antigua y siempre se han cantado para honrar a los dioses, glorificar a los héroes y exaltar los grandes hechos de la historia. Corresponden a una composición poética de carácter funcional que adquiere una entonación musical o quizás al revés, una pieza musical que requiere de una letra que sirva para cantar y para marchar expresando sentimientos elevados.
Los himnos religiosos han sido especialmente importantes a cantar en las celebraciones de la liturgia. Recuerdo en aquellos años infantiles como se cantaba a la virgen en los atardeceres de la novena campesina allá en la provincia de Malleco, en casa de la familia Jara. En coro, canto colectivo de hombres y mujeres y sobre todo de los niños, como alabanzas en la procesión con que terminaba, elevaba el alma y agrandaba el corazón.
Los himnos se transformaron en expresiones políticas cuando fue necesario resaltar los ideales de la independencia de los pueblos americanos; algunos nacieron como cantos patrióticos en versos inflamados en contra del español, tanto, que luego hubo que moderarlos para no prolongar hasta el infinito una desavenencia puntual. En Francia, La Marsellesa de Rouget de Lisle, compuesta en 1792, fue el ejemplo que tomaron nuestros países para componer sus canciones patrióticas.
De nuestro himno nacional, con muchos versos, solo se cantan el coro y la quinta estrofa, encendiendo las emociones al inicio de todo acto de importancia. Su impacto emotivo es el mismo en cualquier lugar del territorio y es, es por lo tanto, razón de unidad del pueblo chileno. La canción de Yungay, nacida en el siglo XIX, que entonábamos con entusiasmo marcial ensalzaba una victoria de guerra. Hacia 1940, en la escuela de la infancia, en lo alto de una loma de Huitranlebu, el patriotismo nos hacía entonar:” 18 de Septiembre/ por ti tenemos gloria/ tu fecha nos recuerda/ el mágico tesoro/ de puro y claro anhelo/ de patria y libertad/ de patria y libertad ...”, pero composición que ya nunca más oí.
Creo que no hay liceo en la república que no tenga su himno, motivo de entusiasmo en los actos escolares y de reminiscencias en las reuniones de ex alumnos, versos tal como: ”Oh, liceo en tus aulas resuena/ hoy un himno de afán creador...” o “En las aulas en que destella/ el verdor del Parque aún sin sol...” y“Juventud del liceo angelino/ esperanza de un mundo mejor......”
Las ciudades, asimismo, crean sus himnos útiles de usar en momentos de alegría y también en los de tristeza: “Soy de Lebu, soy de Lebu/ bajo el cielo y sobre el mar”. En la ciudad más septentrional de Chile, llamada de la eterna primavera, escuché culminar su canción entonando con toda el alma : “ Arica, siempre Arica/ siempre Arica hasta morir”.
Iván Contreras R.
Artista Plástico
Prof. Emérito U. de Concepción
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