¿Qué está pasando con el agua?




Eso es lo que nos preguntamos cuando leemos a algún autor alarmado por la falta de este imprescindible elemento en el mundo. Y recordamos cuando recorríamos los hermosos cerros de Nahuelbuta que podíamos pasar el calor y el cansancio bebiendo de las vertientes que manaban de cualquier hondonada donde una mano gentil las había encaminado por el canal de una corteza poniéndolas a nuestro alcance.
Siempre pensábamos que esa agua venía de no se sabe que lejano lugar, hasta que Omar Carrásco, entendido y amable informante, nos dijo que no es así y que el agua se forma allí mismo de las humedades atrapadas por los nobles árboles autóctonos. Que el árbol es como un quitasol cuya sombra retiene el aire húmedo. Allí se forma el agua- nos dice- y esta es una capacidad propia de nuestros árboles nativos, la que se ha perdido al cortarlos o sucumbir en los incendios.
Omar, que tiene como labor ubicar y entregar agua potable a gentes campesinas de los cerros costinos nos cuenta que aquella agua tan abundante, ahora es escasa. Se han secado los chorros líquidos de las quebradas porque alguien hizo desaparecer las fuentes, los árboles vernáculos, sin reponerlos dando margen a la sequía y a la erosión. Nunca fue solución reemplazarlos con pinos o eucaliptus, nada generosos, que con raíces tentaculares extraen de la tierra muchos litros diarios para sí, y sin devolvernos el agua para nuestra sed. Volver al estado natural del pasado es un proceso demasiado lento, podrían transcurrir cuatrocientos años - nos agrega.
También nos acotaba que ello ha sucedido pese a que existen disposiciones taxativas que indican que no se puede cortar ningún árbol originario a menos de veinte metros a cada lado de la quebrada. Pero esta sabia medida no se respeta y se ha talado y luego plantado especies exóticas allí, de lo que resulta que la casa que se construyó junto a una fuente de agua, hoy no la tiene porque el surtidor se secó. Hay que ir a buscarla lejos, a veces a manantiales compartidos con animales o expuesto a la polución natural o no tan natural de pesticidas, detergentes o abonos artificiales.
Así ahora no podemos beber descuidadamente el agua de vertientes como lo hacíamos en el pasado. Lo que tampoco es extraño puede ser que los habitantes de campos y montes que han perdido su agua se vayan al pueblo diciéndonos:” Nos están poniendo luz, hasta teléfono y no tenemos agua”.
El buen cuidado de la alimentación y el agua potable, mantienen la vida, pero existe una declarada miopía al no querer ver que las acciones del hombre sobre el medio ambiente, ha afectado al futuro. El error que se ha cometido en el tiene la mayor gravedad y ya podemos observar la verdadera catástrofe a que nos lleva el no escuchar las leyes que la naturaleza misma nos ha ido dictando.
Iván Contreras R 2010-
Prof. Emérito, U.de C.

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