A patita pelada
La tarde en que nos reunimos con el alcalde para estudiar asuntos de la cultura comunal, nos indicó que ubicáramos nuestras sillas en semicírculo para estar en confianza. En esa nueva disposición, quedamos todos a la vista y con los pies por delante calzados en zapatos muy nuevos y brillantes. Sin embargo lo que mi mente imaginaba y veía era una treintena de pies desnudos.
¡Pero si estos señores están a pata pelada! , dije en voz alta a la concurrencia, mas nadie me oyó ni llegó a compartir mi visión y la reunión siguió con sus cuentas y novedades y con todos ellos a pata pelada. Luego mis pensamientos se fueron a otros lugares y a otros tiempos, épocas en que era un gusto ver a los mapuches erguidos y con sus pies encallecidos por el andar de todos los días sobre los pastos o las gredas rojas de los caminos y senderos de Malleco. En eso recordé al esbelto Canío, quien en su impecable chiripa tradicional y mostrando sus pies descalzos, impresionaba mi alma infantil.
Al recorrer las hojas del álbum de Chile, editado por Carlos Tornero en 1903, e ilustrado con fotos de escenas populares, descubrí que siempre aparecía la gente joven a patita pelada, destacando entre ellas la imagen de la hermosa hija de un cacique araucano en traje de gala y, por cierto, también a patita pelada. En una colección de Visiones iconográficas de Coronel, existe una fotografía de las fiestas patrias de 1928 en que muchos de los personajes están sin zapatos, eso que por las charcas como espejos se ve que estaba recién llovido.
En tiempos pasados, no era raro que mucha gente anduviera descalza, pues existía la tradición de las etnias ancestrales de andar con los pies desnudos. Niños y niñas de los campos caminaban a patita pelada desde sus casas hasta la escuela, y podían ser recorridos de varios kilómetros por los caminos de tierra, ascendiendo por las medias faldas de las lomas, por el barro o por el agua, a menudo reventando las escarchas. En estos lugares nadie le tenía miedo a caminar de esa manera, y recuerdo haber visto a campesinos acomodados en la región, también a pata pelada; nadie suponía siquiera sentírse menoscabado. Las damas campesinas iban hasta el pueblo a pie pelado, llevando los zapatos colgados a la espalda; un oportuno chorrillo a la entrada del pueblo servía de estación de llegada para ponérselos.
¿Por qué no imaginar a nuestros grandes próceres caminando sin botas ni zapatos? Es seguro que en los tiempos coloniales, cuando se templaron sus espíritus, han de haber andado sus vidas de jóvenes a patita pelada durante gran parte del año.
Otro tema es la posibilidad de caminar a pata pelada en la intimidad del hogar; ¡ah! - me dijo Jorge Artigas - cuando llego a casa me quito los zapatos ya que me encanta sentir el frescor de las baldosas en las plantas de mis pies pelados...
Las manifestaciones artísticas, la pintura y sobre todo la escultura, muestran a gran parte de las figuras humanas con los pies al aire, exigiendo el dibujo y la representación de las extremidades un especial cuidado al artista, sirviendo asimismo al crítico para calibrar la calidad y belleza de su forma, dibujo y color.
Iván Contreras R.
La tarde en que nos reunimos con el alcalde para estudiar asuntos de la cultura comunal, nos indicó que ubicáramos nuestras sillas en semicírculo para estar en confianza. En esa nueva disposición, quedamos todos a la vista y con los pies por delante calzados en zapatos muy nuevos y brillantes. Sin embargo lo que mi mente imaginaba y veía era una treintena de pies desnudos.
¡Pero si estos señores están a pata pelada! , dije en voz alta a la concurrencia, mas nadie me oyó ni llegó a compartir mi visión y la reunión siguió con sus cuentas y novedades y con todos ellos a pata pelada. Luego mis pensamientos se fueron a otros lugares y a otros tiempos, épocas en que era un gusto ver a los mapuches erguidos y con sus pies encallecidos por el andar de todos los días sobre los pastos o las gredas rojas de los caminos y senderos de Malleco. En eso recordé al esbelto Canío, quien en su impecable chiripa tradicional y mostrando sus pies descalzos, impresionaba mi alma infantil.
Al recorrer las hojas del álbum de Chile, editado por Carlos Tornero en 1903, e ilustrado con fotos de escenas populares, descubrí que siempre aparecía la gente joven a patita pelada, destacando entre ellas la imagen de la hermosa hija de un cacique araucano en traje de gala y, por cierto, también a patita pelada. En una colección de Visiones iconográficas de Coronel, existe una fotografía de las fiestas patrias de 1928 en que muchos de los personajes están sin zapatos, eso que por las charcas como espejos se ve que estaba recién llovido.
En tiempos pasados, no era raro que mucha gente anduviera descalza, pues existía la tradición de las etnias ancestrales de andar con los pies desnudos. Niños y niñas de los campos caminaban a patita pelada desde sus casas hasta la escuela, y podían ser recorridos de varios kilómetros por los caminos de tierra, ascendiendo por las medias faldas de las lomas, por el barro o por el agua, a menudo reventando las escarchas. En estos lugares nadie le tenía miedo a caminar de esa manera, y recuerdo haber visto a campesinos acomodados en la región, también a pata pelada; nadie suponía siquiera sentírse menoscabado. Las damas campesinas iban hasta el pueblo a pie pelado, llevando los zapatos colgados a la espalda; un oportuno chorrillo a la entrada del pueblo servía de estación de llegada para ponérselos.
¿Por qué no imaginar a nuestros grandes próceres caminando sin botas ni zapatos? Es seguro que en los tiempos coloniales, cuando se templaron sus espíritus, han de haber andado sus vidas de jóvenes a patita pelada durante gran parte del año.
Otro tema es la posibilidad de caminar a pata pelada en la intimidad del hogar; ¡ah! - me dijo Jorge Artigas - cuando llego a casa me quito los zapatos ya que me encanta sentir el frescor de las baldosas en las plantas de mis pies pelados...
Las manifestaciones artísticas, la pintura y sobre todo la escultura, muestran a gran parte de las figuras humanas con los pies al aire, exigiendo el dibujo y la representación de las extremidades un especial cuidado al artista, sirviendo asimismo al crítico para calibrar la calidad y belleza de su forma, dibujo y color.
Iván Contreras R.
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