En su libro Diez años en Araucanía, 1889 – 1899, Pehuén Editores, el ingeniero belga Gustave Verniory nos cuenta la maravilla del asentamiento del ferrocarril de Victoria a Temuco, con el trazado de líneas y la construcción de puentes sobre ríos bajando desde las montañas. Al fragor de las locomotoras, los trenes avanzaban hacia el sur invadiendo las llanuras, a veces circundando las lomas o cortándolas por la mitad.
Siempre he pensado que en Chile hacía falta un libro que relatara las epopeyas fundadoras de las ciudades del sur en el siglo XIX, que son sincrónicas con la vida norteamericana que conocemos por la literatura o por las películas sobre el tema con actores clásicos como John Wayne y Gary Cooper, que nos han dado imágenes de la conquista del oeste, y podemos suponer que en Chile, se daban parecidas situaciones en la colonización de la Frontera. Verniory, este hombre de espíritu aventurero, apoyado en su arma de rigor, amén de cumplir aportando sus conocimientos de ingeniero contratado por el estado, se dio el tiempo de anotar lo que le iba sucediendo. Los hechos solían ser registrados a la temblorosa luz de una vela. Y así tenemos que se dio forma a una obra testimonial del pasado, sumamente interesante para quienes amen la región de las lomas en la Araucanía. También para quien simpatice con los descendientes de aquellos que se relacionaron con Verniory a fines del siglo decimonónico.
Junto a muchos sucesos y anécdotas, en la obra se relatan los años iniciales de la vida en Angol, Traiguén, Victoria y Temuco, incluidas viñetas sobre Concepción y Santiago. En sus páginas nos señala que se oía una verdadera babel de idiomas en las plazas de esos pueblos, alemán, francés, español y mapuche. En cuanto a la cocina chilena: “si tu hubieses probado una cazuela de ave, un valdiviano, un charquicán o un plato de bacalao a la vizcaína, ya no desearías otra cosa”. En otro lugar hace un alcance que da que pensar:”El l4 de octubre (1890) he cumplido 25 años, ¡ un cuarto de siglo!. ¿La mitad de la vida, puede ser?”
Tiene talento este autor al situar muy bien la época en que vivió, teniendo sin embargo sus escritos un halo de modernidad. Debemos celebrar la iniciativa de los descendientes de Gustave Verniory - uno más de los belgas que han aportado al desarrollo de Chile - que resguardaron esos papeles y mensajes, y buscaron las instancias adecuadas para que tuvieran la publicación que merecían. Y nosotros conocer la última década de ese siglo desde una fuente directa.
Iván Contreras R
Fíjate que esto es muy interesante...más cuando ¡por fin! estamos enfatizando y validando la Historia Local con nuestros alumnos. Usaré tu idea, trabajaré con el "Túnel de Nahuelbuta" y el extinto ferrocarril. Besos-
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