De los grandes maestros hay que recordar sus nombres y sus quehaceres: Israel Roa Villagra, pilar de nuestra acuarelística y Premio Nacional de Arte 1985. El pintor nació en Angol el 28 de mayo de 1909 y luego de una notable existencia falleció en Santiago el 13 de mayo de 2002.
Realizó sus estudios profesionales en la Escuela de Bellas Artes, en la capital, a partir de 1927 y fue alumno de Juan Francisco González y Ricardo Richon Brunet. En 1937 obtuvo la beca Humbolt que le permitió perfeccionarse por dos años en Alemania especializándose en la acuarela y a su regreso ocupó esa cátedra en el mismo centro artístico de su juventud.
Desde el curso de Acuarela, con entusiasmo y simpatía, entregó la información técnica y su elocuencia a casi todos los artistas chilenos de las generaciones del medio siglo. Se hicieron tradicionales y legendarias las tardes de acuarela con Roa y su modelo preferida, Dalila. De voz gruesa, en una figura que le valió el que sus pares le llamaran el “Chico Roa”, imponía en sus clases una fuerte disciplina en las que“no volaba una mosca” y sus indicaciones podían ser impartidas en forma personalizada o a veces generalizaba en tono alto cuando encontraba algo notable y digno de exaltarse. En otras oportunidades podíamos escuchar: ¡ Dé vuelta la hoja! dirigiéndose a alguien que no le apuntó al dibujo de base.
Así pues, fue el gran guía en este arte para quienes como sus discípulos han sabido difundirlo e implantarlo con aportes personales. No obstante los balbuceos y la discontinuidad con que apareció la acuarela en el siglo XIX, gracias a Roa tuvo un desarrollo mayor y continuado en el siglo XX y que suponemos continuará un camino ascendente en los tiempos actuales de la mano del maestro angolino y de sus seguidores.
Israel Roa hizo su vida artística en la capital, pero mantuvo estrecha relación afectiva con Angol y con su familia que todavía se domicilia allí. Vivió cultivando en sus acuarelas las atmósferas del sur, costas y mares, gente de nuestro pueblo, frutos del agua y de la tierra. Gabriela Mistral le dedicó uno de sus Recados en que con intuitivos juicios le expresaba: “ la acuarela delicada en el triple sentido de la fragilidad, del pudor y de la intimidad le sedujo los sentidos y tomó posesión, por fin de la mano de un criollo digno de ella y que sería en su servicio tan escrupulosa como la mano oriental . En la acuarela había de vaciar Roa su tierna y medrosa luz austral, sobre ella posaría los capullos cerrados y húmedos de sus cuatro provincias pluviales. Desde esta materia preferida por él como una lengua más leal, hablan sus verdes refrenados, sus grises de tórtola nueva y sus blancos sin crudeza: su manera de luz, que no es tímida, pero si cautelosa y acuciosa.”
Con las palabras de la poetisa, a titulo personal y representando los sentimientos de los artistas de regiones- particularmente de Malleco - recuerdo con emoción a Israel Roa Villagra, a quien como hombre del sur, conquistó Chile desde la expresión de una técnica pictórica tan particular, la pintura a la acuarela.
Iván Contreras R.2009-o4
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