Los cóndores en las alturas
Yo creo que los cóndores gozan de buena salud aunque siempre he sabido que están en peligro de extinción, talvez porque los humanos los han perseguido toda la vida según nos lo muestra ese conocido dibujo de Claudio Gay, de 1854. Hace poco, según el diario El Sur, en San Fabián de Alico fue encontrada una hembra juvenil de cóndor, al parecer en etapa de emancipación de sus padres pero aún incapacitada para encontrar su alimento. Como estaba débil, el SAG se hizo cargo del ave y la llevará al centro de rehabilitación que existe para estos efectos en Talagante.
Según el dibujo de Gay, en un pequeño corral se colocaba un animal muerto y los cóndores bajaban a comer, y al engullir una gran cantidad de carne no podían emprender el vuelo sin la cancha necesaria para elevarse. Entonces unos campesinos los cazaban a palos convencidos que esos pájaros mataban su ganado. Representación ajena esa para quienes viven en las tierras de Nahuelbuta en donde jamás se vio un cóndor, pues ellos vuelan a lo largo de la Cordillera de los Andes acercándose a la costa solo en el extremo norte y sur. Como tal es símbolo de esa cordillera y de sus grandes alturas a las que accede llevado por las corrientes de aire ascendentes, planeando sin mover las alas. Anida allí, en grietas o cuevas poniendo un único huevo.
En realidad los cóndores no atacan a los animales, sean guanacos, caballares o vacunos, solamente comen su carroña, la que ubican desde lo alto con su buena vista. Sus patas no les son útiles para agarrar una presa y el fuerte pico solo les sirve para desgarrar y quebrar huesos por lo que no pueden transportar su alimento y han de comerlo en el lugar guardándolo en el buche, para sí o para llevarlo a su cría.
Conocí al cóndor, a los once años, en el parque del Cerro Chumay en Traiguén, y después cada vez que me he acercado a la Cordillera de los Andes los he visto en vuelo y me dio gusto encontrar muchos de ellos en un viaje a Bariloche. No todos los chilenos conocen del natural a los cóndores, Pilar, que es una intelectual penquista, los ha visto únicamente en el escudo nacional en donde
figura como ave heráldica junto al huemul. Y al ser ambos distantes y escasos nos parecían- siendo niños- como seres fabulosos inventados por nuestro precursor de la pintura el inglés Carlos Wood, que lo diseñó en 1834. También era sumamente difícil para nosotros dibujar nuestro escudo porque ambos animales eran representados sin atisbos de estilización, lo que hubiese facilitado esa tarea.
Iván Contreras R. 2008
Artista Plástico
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