Dulce dulce de membrillo


Aquel día segundo del mes de mayo, lo que llamó mi atención de inmediato fue el oscuro y viejo canasto en que resplandecían unos membrillos, de amarillo medio con el realismo del mejor pintor. En Purén, el lugar era la esquina en que funciona una modesta feria, justo frente al nuevo hotel que reemplaza a aquellos que fueron tradicionales de Steiner y Boisier.
A ella concurren con el producto de los goces y huertas mujeres campesinas provenientes de las vegas y de las lomas mallequinas del entorno. Cuando pregunté de donde eran esos membrillos, tuve como respuesta: “ De Hipinco, caballero, y los tomé solo ayer en la tarde. Son los últimos de esta cosecha”. Pensé que eran tan hermosos porque se habían coloreado en la mata y cuando acerqué uno a mi nariz sentí la fragancia dulce y ácida del membrillo bien maduro.
No hay pintor que pinte mejor unos membrillos y sus texturas naturales, como aquellos vistos en Purén en los días finales de otoño. Quizás si se los entregara a don Juan Francisco González o a don Pablo Burchard hayan sido capaces de reproducirlos en la tela con esa calidad de fruta en plena sazón, pero ellos ya no están en este mundo para hacerlo.
Por entonces recordé el membrillar que había en Huitranlebu, aquel campo de mi infancia, bajando desde lo alto hasta cerca del río. De grandes hojas caducas, de inmensas flores blanco y rosado, en los extremos de los vástagos, comíamos sus pétalos, pero no hacíamos tanto daño como para que disminuyera la recolección final. Luego se empezaba a tipificar el fruto cubierto de pelusilla hasta bien crecido a medida que su color iba llenando de alegría el ramaje.
Los árboles de membrillos provienen de países de climas rudos como Irán o Turquía, también se dan en Grecia y en España desde donde pasarían a América. Siendo más bien plantas arbustivas parecen no ser tan exigentes de agua y además de las lomas de Purén se dan en abundancia en geografías parecidas como en Quinchamalí o en Trehuaco, extendiéndose los ganchos cargados hacia los caminos, en donde el paseante puede tomarlos sin que sea abuso de confianza ni robo.
Al madurar se acentúan el aroma y sabor agridulce y áspero, duros además, por lo que los colegiales que los compran en la calle los ablandan machucándolos contra las paredes o alguna otra superficie firme.
Porque tienen una alta concentración de taninos, pueden ser muy astringentes, se acostumbra a cocerlos y consumirlos como compotas mezclándolos con otras frutas, como con manzanas, a las que prestan parte de su fuerte sabor; como mermeladas y jaleas. La forma más común de su uso es de dulce, amoldado en papel de mantequilla, motivo de industrias caseras con sus propias recetas de repostería, dando su gusto a panes y berlines, y como tales enriqueciendo onces y desayunos.
Iván Contreras R , mayo2009

3 comentarios:

  1. Amigo ,me ha gustado mucho el tema, especialmente que rapidamente me ha hecho recordar mi infancia en la "mitica", para mi, casa del molino en Talca, hoy desaparecida y remplazada por un condominio habitado por una pujante clase media Judicial, pues muy cerca han construido los tribunales de esta ciudad. Bueno,para volver a lo nuestro: recuerdo esta casa,en realidad del tamaño de una quinta, donde el gallinero era un terreno arbolado con un par de higueras y muchos ,muchisimos membrillos,que mi madre prepaba,sobre todo como dulce,es decir amoldado en cajas de lata ,protegidoas con papel de mantequilla. Pero lo que mas me gustaba era la preparacion, en esas pailas de cobre ,compradas a los gitanos(yo aun conservo una).y en brasero en el corredor de la cocina . Recuerdo el bullicio ,pues venian la tia Regina y la tia Blanca y sus respectivos crios, lo que hacia la fiesta y juegos de los niños, eso si ,muy lejos del fuego. Mi mama y las otras dulceras se envolvian el brazo con la manga de una chaleca vieja,pues el hervido salta y quema fuerte.- Leyendote , te cuento que yo los cuezo en pedazos tambien con murtilla ,es rico. Otro lugar membrillero de la region es Trehuaco, cerca de Coelemu, me parece que hay incluso un festival, a confirmar.Ahi hemos comprado baratos y buenos. Para volver a tu inquietud : los dos tienen razon, hoy es asi ,pero tiempos otros que ahora,por no decir antiguos...yo los conocia solamente con membrillo, habria que investigar las costumbres santiaguinas Lucia

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  2. HOLA IVAN
    CIERTOO BUENOS RECUERDOS DEL DULCE DE MEMBRILLO,
    YO TODAVÍA HAGO DULCE DE MEMBRILLO, PERO MENOS
    ENGORDA MUCHO LO DULCE ( JA JA )
    TENGO UNA MATAS EN LA CASA. TAMBIÉN HACEMOS
    MEMBRILLO AL JUGO CON MURTAS Y CON MANZANAS.
    MI MARIDO DICE MIEMBRILLO.
    ME ACUERDO DEL MEMBRILLO MACHUCADO
    EN LA ESCUELA, APORREABAMOS EL MEMBRILLO PARA
    COMERLO A MORDIZCOS, ERA MUCRE.
    CARIÑOSOS SALUDOS
    GLADYS BORNAND

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  3. Hola don Iván, me encantan sus escritos, aprovecho este medio para felicitarle por ellos. Son muy interesantes y amenos. este en particular me hace recordar "El Fortín", el campo de mis queridos abuelos, en donde el aroma de los membrillos era el rey señor de la gran cocina. Y ¡Qué rico le quedaba el dulce a mi abuela Ena! A veces mi hermana y yo elegíamos los más amarillos y lisos y con un paño le sacábamos esa pelusilla para luego comerlos con sal. En más de una oportunidad se pasaba un susto por atragantarse al comerlos con tanto afán.
    Gracias don Iván por compartir sus escritos y felicitaciones nuevamente.

    Un abrazo

    Soledad

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