La buena mano


            La mano de mi madre estaba en todas las comidas que se hacían en casa, aunque había una cocinera, siempre ahí estaba la mano materna para sazonar y conseguir sabroso el asado salido del horno de la cocina económica, y el dorado del pastel de choclo. Por entonces mi padre trajo a casa desde Purén un disco para la victrola, en homenaje al nombre de la dueña de casa y su buena mano, un vals para bailarlo en el patio de tierra roja apisonada: “Yo te adoré a la sombra de la luna/ tu eres un angel coronado de laureles/ y con tu rostro tan lleno de dulzura/ mi corazón te sería siempre fiel/ bella Elena encantadora/ dueña de mi amor primero/ sabiendo que por ti muero / no destruyas mi ilusión.....”
            Tener buena mano significa que las comidas tocadas por esa mano resultarán realmente memorables. Tanto, que hasta la más simple combinación de ingredientes se recordará como apetitosa, trayendo los naturales deseos de querer gustarla de nuevo. Pero también existe la mala mano, de manos frías, a la que no le sube la masa del queque.
           En tiempos antiguos todas las mujeres pasaban por un aprendizaje en la cocina, también era una arte servir los platos escanciando la sopa desde la sopera- artefacto hoy desaparecido- por eso nuestros viejos suelen tener recursos cuando se trata de cocinar. No supe como cocinaba mi abuela, pero si supe como lo hacía mi madre, quien supongo la acompañó frente al fogón y que heredó de ella la buena mano.
            Además hay que tener buen olfato  y guiarse por los olores. Tener la capacidad de reconocerlos y hasta de cambiarlos. Los aromas forman parte del ambiente y también surgirán del plato que tenemos en frente. Los aromas serán recuerdo futuro.
            Las personas que hoy aspiran a llegar a ser “maestros de cocina”, chef como se dice ahora, deben cerciorarse de la historia culinaria de su familia, la de su región y buscar en ella todo lo que se pueda rescatar, aquellas recetas que junto con ser muy privadas pueden llegar a ser universales. No se trata solo de desarrollar formulas, de practicar determinadas combinaciones de ingredientes, sino que además hay que ejecutar esa alquimia con gracia, obteniendo de una receta un verdadero tesoro, gracias a la  buena mano, a esa habilidad soñada. Si al talento se le agrega interés y cariño por lo que se hace, se potenciarán los resultados. El cocinero que cocina con talento buscará la aceptación de otros, complacer a otros, viendo el gozo de quien recibe sus recetas.
Iván Contreras R.
Artista Plástico, 2007

1 comentario:

  1. Hola, sabes que estoy buscando el autor del VALS ELENA, si tuvieras información sería de mucha ayuda, gracias

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