Encontrar belleza en las palabras

Don Carlos Anwandter aconsejaba a los colonos que emprenderían a mediados del siglo XIX el gran viaje desde Alemania a Valdivia, el uso de toneles para transportar sus enseres. Según él lo contenido permanecería seco y esos continentes se podrían apilar en las bodegas de los frágiles veleros en que atravesarían el Atlántico y darían la vuelta al temible Cabo de Hornos. Así el aseguraba que llegarían sin perdidas y que para acarrearlos a tierra bastaría hacerlos rodar. La posibilidad de apilar, de poner unas cosas sobre otras era lo importante en este caso y en general hasta se diseñan los objetos o los muebles capacitados para amontonarlos y dar de ese modo un aprovechamiento óptimo al espacio. Alguien  inventó la forma de los ladrillos como para ponerlos en pilas y no hay otra manera mejor para guardarlos o almacenarlos que ordenándolos unos sobre otros, sin importar un origen aristocrático como los que vi en Arica con el sello de G. Eiffel o unos tan modestos que provienen de las demoliciones en Concepción, ladrillos urbanos o adobes rurales. Queremos verlos apilados y el máximo apilamiento es el muro en donde permanecerán por mucho tiempo con la ayuda de algún tipo de mortero que los una.
Los cuerpos volumétricos o bloques, cualquiera sea su forma tienden a apilarse desde que están en las manos de los niños y los cubos de madera, cajas de zapatos en las tiendas o los libros en los escritorios. Las piedras forman las pircas campesinas y vemos como los gaviones evitan los desmoronamientos. Entonces los apilamientos los encontramos en todas partes, en los lugares recorridos como en las lomas de Malleco, antiguo granero de Chile, en donde las gavillas de trigo formaban las parvas o muelles que la máquina trilladora iba consumiendo de a poco y luego adquirían esta posición en las carretas los cientos de sacos que irían a los molinos o sencillamente en grano a regiones diversas o a países necesitados. En las cimas de determinadas lomas están los morros o kueles como montículos artificiales y sagrados para los pueblos originarios, con una antigüedad cercana a los 1500 años en los espaciosos mundos de Purén y Lumaco, túmulos de tierras traídas en ancestrales ceremonias.

En la naturaleza se dan apilamientos en las montañas, de piedras, de nieves, de troncos caídos, de desechos invernales. En las urbes, en las ferias del agro se apilan para mostrar a las caseras los productos de las chacras y quintas. En los supermercados los artículos toman este orden en los anaqueles; los clientes compran y llenan sus carros, los reponedores rehacen las pilas consumidas. En los puertos los modernos containers se apilan en las cubiertas que van a ultramar. También los fardos de maderas chilenas que se exportan a lejanos lugares.
Las palabras son hermosas o se hacen hermosas según las usamos como un lenguaje que nos comunica, como esta de apilar que se hace bella como las herramientas manuales que cumplen una función. No ponemos cuidado en las palabras, no miramos las herramientas, pero las usamos toda la vida.
                                                                                                       Iván Contreras R.  2012-01-16

1 comentario:

  1. El Texto me recuerda mucho una clase de Morfología , en las Aulas de Diseño ..por los años 70

    Saludos don Iván

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