En esa película de cowboys hubo tantos muertos en las balaceras que no sé como aparece gente vieja todavía atendiendo el bar o tocando la pianola. ¡ Es que quedaron de películas anteriores!, me dijo Marta….
Es posible que fuera así y yo estoy preocupado sobre el tema porque esas películas que corresponden al siglo XIX reflejan lo mismo que sucedía en Chile por esos días. Cintas clásicas, que se repusieron en la televisión, se encuentran muy bien hechas, cuidadas en los detalles y en la ambientación general. Cuando se trata de la vida urbana - con la iglesia y la escuela en la plaza- la arquitectura es la misma que encontramos aquí en donde se levantarían las casas de madera. Completarán el equipamiento las herrerías, ferreterías, negocios de provisiones, molinos y otros servicios para sus habitantes, los de los campos aledaños y gente de paso. Hasta las letras de los avisos que corresponden a la época tienen su estilo.
Frente a los saloons o a nuestros hoteles de frontera se encontraban los “varones”en donde se amarraban las cabalgaduras que podían permanecer por horas allí en espera del amo. Sí había cambio en las monturas, pues eran diferentes los avíos norteamericanos en suela, de los chilenos y sus pellejos, también el enriendado que tenía su propio freno y correas, en fin con sus talabarteros especializados. En las películas vemos como ellos tenían corrales o establos y su personal que cuidaban y alimentaban los animales por una módica suma.
Al ver el cine en que hubo productores, diseñadores de moda y escenógrafos no podemos dejar de comparar la igualdad en los objetos casi siempre de fierro enlozado, las herramientas, carros, coches y sus ruedas para unir los pueblos, sentir el silbido agudo de los trenes que avanzaban hacia el sur alargando las vías, pasando puentes de acero, llenando el cielo con sus bocanadas de humo negro. También las cosas que faltaban, la luz eléctrica necesaria para la iluminación y la energía para dar el movimiento a los artefactos domésticos, manuales por entonces.
Los hombres en su mayoría usaban las cananas y sus revólveres, sobre todo aquellos que viajaban entre una región y otra expuestos a los asaltos o a hallarse con cuatreros que era un oficio con el que ellos arriesgaban el cuello. Me parece que en Chile, en donde existieron los bandidos y en donde todavía leo que se roba ganado, no se les sometía a ahorcamiento sin más juicio. Claro que los “ranchos” norteamericanos aquí eran fundos o haciendas en donde existían muchos cargos y una jerarquía que hacían andar la economía con la ganadería o la agricultura. Andariegos eran los comerciantes de animales y yo mismo, ya avanzado el siglo siguiente, conocí a estos personajes arreando sus tropillas y llevando pistolones aunque nadie matara de un tiro a una serpiente venenosa, porque aquí no las había.
Cuando aún era infante, estaba presente la atmósfera del siglo anterior y ese aire de alguna manera nos llegaba hasta en la entonación de una canción antigua o cuando mi madre nos contaba de un tío suyo que había ido a guerrear al Perú y teníamos para las fiestas patrias el desfile de los veteranos del 79. Además como hoy, la mayoría de la gente que veíamos sirviendo a la vida del país había nacido en aquel siglo XIX que hoy traigo a la cita y al recuerdo.
Iván Contreras R.2011
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